- Un producto único por su textura crujiente y su alveolado, elaborado con aceite de oliva virgen extra.
Juan Paradas recuerda cómo pasaba la mayor parte de las madrugadas de su niñez, antes de ir al colegio, acompañando a su abuelo en la panadería familiar de Antequera. Allí, entre masas, durante los tiempos muertos de horneado, el pequeño Juan hacía sus pinitos creando sus propias elaboraciones como un juego de niños. Hoy, 50 años después, una de estas recetas surgida casi de manera accidental ha sido rescatada por Juan Paradas para reproducirla a gran escala en las instalaciones antequeranas de Grupo San Roque, del que es su propietario y director general.
Esta pequeña pieza de masa de pan crujiente se elabora en las nuevas instalaciones de Piquitos San Roque, recientemente estrenadas -pasan de 600 a 2.500 metros cuadrados de superficie industrial- y que el grupo destina a la producción de Piquitos y Piquiñás, clásicas y con salvado. A estas instalaciones hay que sumar las ocupadas por las divisiones de mollete y de mantecados, que conforman el resto del portfolio del grupo agroalimentario malagueño, uno de líderes del sector en España. En esta ampliación se han instalado una serie de equipos de amasado y formado únicos en el mundo, diseñados y fabricados de manera exclusiva siguiendo las indicaciones del propio Juan Paradas.
Otra característica singular de la Piquiñá es que, como no podía ser de otra manera habiendo sido creada en Antequera, está inspirada en el universal mollete, que desde 2020 ostenta la condición de Indicación Geográfica Protegida. Con la exquisita pieza de este pan tan tradicional comparte su particular alveolado, debido al cuidado de los procesos de elaboración, aunque la diferencia está en el uso de aceite de oliva virgen extra, el saludable oro andaluz, con un 10% en su composición.
Según indica Juan Paradas, fundador y director general del Grupo San Roque Antequera, “la Piquiñá es un producto único, una auténtica novedad, porque es crujiente como un piquito, pero no duro, es muy fina, con la base alveolada y con unas características organolépticas muy marcadas, sobre todo por un profundo aroma a aceite de oliva virgen extra, resultando muy untuosa y suave en boca. Tiene un etiquetado limpio -sin conservantes, aditivos ni mejorantes- y no necesita de sésamo para darle sabor. Son exquisitas por sí solas, si las pruebas ya no querrás otras”.
Desde la firma antequerana la recomiendan tanto como acompañamiento de tapas o ibéricos, por ejemplo, o como base de una tosta, para dipear o, incluso, como snack para picar entre horas. La gama completa se compone de Piquiñá clásica y Piquiñá con salvado, en formato de 142 gramos. El envase está ilustrado con una obra original creada especialmente para la ocasión por el reconocido pintor afincado en Antequera Felipe Sánchez, miembro de la Real Academia de Artes Nobles de Antequera, que representa a un olivarero vareando un olivo en la recolección tradicional propia de la comarca de Antequera, con la que Grupo San Roque quiere rendir homenaje a las mujeres y hombres del campo andaluz.