El famoso artista alemán Michael Riedel crea universos ópticos marcados por el dinamismo que capturan a la perfección la armoniosa energía y el sabor único de los champanes de añada de Dom Pérignon. Esta colaboración constituye un encuentro extraordinario de mentalidades que comparten la idea de la transformación expresada visualmente a través de la distinguida y exclusiva caja y las etiquetas de edición limitada diseñadas por Riedel, y también sensorialmente por los opulentos y penetrantes aromas de los vinos.
En el corazón de Dom Pérignon late el “Poder de la creación”, el arte de la paciencia, de saber esperar hasta que se producen misteriosas transformaciones. Hoy alcanzan su Primera Plenitud las añadas de Dom Pérignon Vintage 2006 y Rosé 2004. Un momento especial en la vida evolutiva de un champán, en el que el creador de Dom Pérignon finalmente decide que está preparado para desvelar su esplendor al mundo por primera vez.
Riedel es famoso por su afinidad con las transformaciones. De manera muy similar a la lenta y prodigiosa transformación de los vinos con el paso de los años, este artista alemán es especialista en permutar y transformar los materiales. Para Dom Pérignon, ha tomado las letras D y P del nombre de nuestra marca con el fin de crear una poética metáfora óptica del discurrir del tiempo, para lo cual ha diseñado un complejo entramado de capas compuesto por las dos letras distribuidas a lo largo de la caja y las etiquetas de las botellas. El resultado es una singular combinación de superposición, deconstrucción y agregación de las letras D y P.
Cada una de las etapas evolutivas de sus vinos contribuye a redondear la hermosa singularidad de Dom Pérignon. Esos extraordinarios y progresivos pasos de refinamiento se denominan «Plenitudes», en las que el champán alcanza nuevas cotas de calidad y sus aromas se transforman. Desde una Plenitud hasta la siguiente, el “Poder de la creación” de Dom Pérignon se afirma con perfeccionamiento discreto, mientras la añada gana en intensidad e intriga con cada mes de guarda. Finalmente, saldrá de la oscuridad para desvelar todo su esplendor.
La Primera Plenitud se desvela una vez transcurrido un periodo mínimo de ocho años de evolución en las bodegas, lo cual varía en función de las características de cada añada. Es entonces cuando el vino personifica el perfecto equilibrio de Dom Pérignon y cumple rotundamente su mayor promesa.
Dom Pérignon mantiene un compromiso inquebrantable con sus espumosos de añada. Cada botella de Dom Pérignon constituye un auténtico acto creador derivado de uvas seleccionadas entre las mejores. La intensidad de este champán se basa en la precisión, en su aura misteriosa y atractiva. Cada Vintage vive tres Plenitudes, lo cual simboliza la fe absoluta que depositamos en el «Poder de la creación». Una fe que renueva constantemente la labor de nuestro Chef de Cave, Richard Geoffroy. Todo ello acompañado por un gran sentido del juego y el disfrute que permite a Dom Pérignon servir de inspiración a los creadores y artistas más destacados del mundo.